Cuanto anhelo tu humedad
penetrando en la mía,
cuanto ansío tu voz,
que retumba en mi cuerpo,
estremeciendo hasta mi aliento.
La profundidad de mi deseo no tiene fin,
cuando busco,
cuando siento,
el son de tu latir.
La profundidad de mi deseo,
no tiene fin,
me doy cuenta cuando escucho tu descarga en un gemir,
pues quiero recomenzar esa montaña,
que me sube,
que me baja,
que me traslada hasta el fín,
un fín que no conozco,
pues la profundidad de mi deseo no deja de existir.
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