Caminaba la ternura sin saber a quien acariciar con sus palabras dulces y sus gestos suaves una suave brisa que pasó por allí, se quedó a su lado. La ternura la miró y la brisa le preguntó si necesitaba algo, a lo que la brisa respondió que no muy discretamente. Pero ambas, se quedaron en ese bello lugar.
Dando giros, arrojando sonrisas y haciendo cosquillas llegó la alegría que las miró, se sonrió y contagiosamente se acomodó juntas a ellas.
Más tarde se incorporaron al grupo la comprensión y el amor incondicional, que como siempre, van juntos a todos lados.
Los sueños venían volando en las alas de un jilguero. La docilidad se apuró para ayudar. Y con mucha prisa la paciencia pudo desenredar el nudo que ataba a los proyectos.
Los secretos corrieron a guardarse en un refugio llamado corazón. La calidez invitó a todo el grupo allí reunido a encender una fogata y cada uno juntó pequeñas ramitas de hierba seca que fueron colocando con mucha armonía y delicado equilibrio. Cuando estuvo listo, la calidez se acercó, posó sus manos sobre las ramas y suavemente comenzó a arder una diminuta llama que fue abrazando toda la gran fogata que se encendía.
A su alrededor se sentaron la ternura, la discreción, la alegría, la comprensión, el amor incondicional, los sueños y los proyectos. La paciencia junto con la docilidad, se ubicó con la armonía y el equilibrio al lado de la calidez. Los secretos espiaban sin salir del refugio del corazón.
Por un instante todos contemplaron el fuego, y más tarde, se tomaron de las manos y juntos al unísono llamaron a ese calor de fogata: "Amistad".
Y desde entonces, estos sentimientos permanecen en el corazón de cada amigo irradiando ese calor que no quema, que te abriga y que te acompaña cuando hay oscuridad.
Ese calor que guardas en tu corazón cuando a tu alrededor hay escarcha. Esa cálida sensación que te guía aunque la distancia te halla separado de su fulgor y su tibieza.
En nuestra fogata de la amistad, cada cual colocó su rama, su hierba seca, el perfume de frutos silvestres o simplemente la chispa para encenderla.
Cada ingrediente se fundió en el fuego, sin diferencias. Otorgándole a esa flama la particularidad de ser única. La simpleza de su colorido en rojo matiz y naranja, y el destello que irradia un calor que alberga quedarse cerca, muy cerca, disfrutando la emoción de verla crecer sin permitir que jamás se apague.
Dando giros, arrojando sonrisas y haciendo cosquillas llegó la alegría que las miró, se sonrió y contagiosamente se acomodó juntas a ellas.
Más tarde se incorporaron al grupo la comprensión y el amor incondicional, que como siempre, van juntos a todos lados.
Los sueños venían volando en las alas de un jilguero. La docilidad se apuró para ayudar. Y con mucha prisa la paciencia pudo desenredar el nudo que ataba a los proyectos.
Los secretos corrieron a guardarse en un refugio llamado corazón. La calidez invitó a todo el grupo allí reunido a encender una fogata y cada uno juntó pequeñas ramitas de hierba seca que fueron colocando con mucha armonía y delicado equilibrio. Cuando estuvo listo, la calidez se acercó, posó sus manos sobre las ramas y suavemente comenzó a arder una diminuta llama que fue abrazando toda la gran fogata que se encendía.
A su alrededor se sentaron la ternura, la discreción, la alegría, la comprensión, el amor incondicional, los sueños y los proyectos. La paciencia junto con la docilidad, se ubicó con la armonía y el equilibrio al lado de la calidez. Los secretos espiaban sin salir del refugio del corazón.
Por un instante todos contemplaron el fuego, y más tarde, se tomaron de las manos y juntos al unísono llamaron a ese calor de fogata: "Amistad".
Y desde entonces, estos sentimientos permanecen en el corazón de cada amigo irradiando ese calor que no quema, que te abriga y que te acompaña cuando hay oscuridad.
Ese calor que guardas en tu corazón cuando a tu alrededor hay escarcha. Esa cálida sensación que te guía aunque la distancia te halla separado de su fulgor y su tibieza.
En nuestra fogata de la amistad, cada cual colocó su rama, su hierba seca, el perfume de frutos silvestres o simplemente la chispa para encenderla.
Cada ingrediente se fundió en el fuego, sin diferencias. Otorgándole a esa flama la particularidad de ser única. La simpleza de su colorido en rojo matiz y naranja, y el destello que irradia un calor que alberga quedarse cerca, muy cerca, disfrutando la emoción de verla crecer sin permitir que jamás se apague.
2 comentarios:
Hola cielo que precioso te quedo tu blog con esta nueva imagen me encanta
tus palabras son preciosas me gustaron mucho
un beso y feliz semana
Una bonita experiencia la amistad; y formada por un "coctel" tan espléndido.
Un abrazo
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